RECUERDO DE MI
CORAZÓN
Laura López
Nací en el departamento de Boyacá,
exactamente en el municipio de Moniquirá y hasta mis seis años viví en un
pueblito llamado Chitaraque, también perteneciente al departamento de Boyacá;
de este pueblo son oriundos mi familia paterna y cercano a este se encontraba
otro pueblito llamado Vado real de donde es mi familia materna, por esta razón
siempre hemos sido muy unidos. Por temas económicos mis papás, mi hermano y yo tuvimos
que mudarnos a la ciudad de Bogotá, cosa que me dejo muy triste, porque
realmente era muy feliz en Chitaraque y allí compartía con todos mis primos, tíos
y abuelitos, llegar aquí fue un poco triste ya que no compartía con ellos y
todo era muy diferente.
Tras varios meses “acostumbrada”
a vivir en la ciudad, solo esperaba con mucha emoción a que llegara el mes de
diciembre, puesto que en esta fecha viajábamos a mi pueblo y eso significaba
reunirme con toda mi familia para jugar, compartir, comer y demás… para llegar
a Chitaraque teníamos que tomar un bus
en la calle 170, cerca al portal norte, ya que en ese tiempo no existía la
terminal del norte, conseguir bus era “una cosa de locos” por decirlo así, como acostumbrábamos a viajar
uno o dos días antes del 24 de diciembre, había mucha gente que igual iba sus
pueblos natales, entonces encontrar pasajes baratos o un bus que nos pudiese
llevar era todo un reto, pero siempre lográbamos ir, eran cuatro horas de viaje
que para mí eran eternas al querer
llegar con muchas ansias.
Al Chitaraque quedar en Boyacá se
pensaría que es tierra fría, pero no al contrario hace mucho calor; sea de día o
de noche. Es un pueblo pequeño; el parque principal, la alcaldía, la estación de
policía y la iglesia quedan una tras de
otra y puedo decir con total seguridad que todos se conocen con todos, por esta
razón es muy tranquilo; es rara la vez que se llegue a oír de algún problema o
disgusto y su principal fuente de ingresos es la panela y cada fin de años celebran
sus ferias y fiestas, donde traen varios artistas reconocidos entre ellos: Jessi
Uribe; cantante de música popular, Rikarena; grupo musical de merengue, Martin Elías;
cantante vallenato, entre otros más.
La casa en la que viví, la cual pertenecía a mis
abuelos; Libardo López y Consolación Guerrero ( que en paz descansen, pues ya
hace años no están con nosotros) quedaba ubicada en la vereda resguardo de
blancos, para llegar a la finca debíamos subir una montaña muy alta y nos demorábamos
entre 10 a 15 minutos subiendo; ¡subir allí de noche era una tortura!, porque mis
primos mayores nos contaban historias de terror mientras caminábamos y nos hacían
hasta llorar, esos 10 minutos los subíamos en 5 segundos corriendo del miedo.
La finca era muy amplia así que teníamos mucho espacio para jugar, nos inventábamos
juegos como: el desafío (un programa de supervivencia televisivo) carreras,
escondidas, futbol, toboganes de jabón y muchos más.
Mi abuelita Consolación en la
mañana nos preparaba un caldito de papa y aguapanela o chocolate con almojábana
y queso de hoja, luego de eso acompañábamos a mi abuelito Libardo mientras cogía
café o arrancaba yucas y nos enseñaba. llegábamos muy cansados así que mi
abuelita nos esperaba con una limonada fría y de ahí proseguíamos a bañarnos en
un tanque de agua gigante que ellos tenían donde se lavaba la ropa, y así eran casi
todos los días, así por variar, los domingos íbamos al pueblo entrabamos a misa,
jugábamos en el parque nos comíamos un helado, otros días cuando mis tíos no
trabajaban nos llevaban al rio y no nos salíamos hasta quedar morados del frio.
Son recuerdos de mi infancia que me
llenan nostalgia, porque hoy en día todo ha cambiado, la mayoría de mi familia
se vino a vivir a Bogotá, cosa que es agradable porque estamos mas cerca, sin
embargo no hay tiempo, los trabajos y el estudio limitan esas reuniones, pero
eso si el amor y aprecio que nos tenemos está intacto y nada puede romper esa unión
familiar tan linda que tenemos, pero claramente hay vacíos como la muerte de
mis abuelos, que es una razón por la cual mi familia paterna ya no viaja al
pueblo para hacer esas cosas. En fin, solo queda guardar aquellos buenos
recuerdos que nos llenan el alma y puede ayudarnos a mejorar nuestro ánimo, más
allá de cuál sea nuestra condición, “Poder disfrutar de los recuerdos de la
vida es vivir dos veces” (Marco Valerio Marcial, poeta latino)
Comentarios
Publicar un comentario